La agricultura es clave en la lucha contra el cambio climático: CIMMYT, IICA y FIRA hacen un llamado a la acción para recarbonizar los suelos y descarbonizar los sistemas agroalimentarios, a fin de avanzar hacia una agricultura regenerativa, baja en emisiones, que contribuya a la seguridad alimentaria y un mejor futuro más sostenible para la humanidad.
De izquierda a derecha: Bram Govaerts, Diego Montenegro y Pedro Díaz. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Texcoco, Estado de México, 6 y 7 de noviembre de 2024 – Reducir las emisiones de carbono (CO₂) se ha convertido en una prioridad a nivel mundial, ya que las graves consecuencias del calentamiento global afectan de manera directa a todos.
El CO₂ es el gas de efecto invernadero (GEI) más abundante, representando el 82 % de las emisiones globales. Los sumideros de carbono son sistemas naturales que permiten retirar parte del CO₂ de la atmósfera mediante su captura o recarbonización. De hecho, los suelos sanos son el segundo sumidero de carbono más importante, después de los océanos. La implementación progresiva de prácticas regenerativas para restaurar la salud del suelo es una acción imprescindible en la agricultura, necesaria para contribuir de manera significativa a la recarbonización de los suelos.
Los esfuerzos de recarbonización de los suelos agrícolas en la producción primaria deberán ser complementados con un vigoroso proceso de descarbonización de los sistemas agroalimentarios que, al reducir sus emisiones de GEI en sucesivos eslabones, garanticen una solución de largo plazo a la actual emergencia climática.
Bajo estas premisas, CIMMYT, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y los Fideicomisos Instituidos en Relación para la Agricultura (FIRA) han unido esfuerzos en una alianza estratégica para transformar los sistemas agroalimentarios, enfocándose en la recarbonización de los suelos y la descarbonización de los sistemas agroalimentarios y sus cadenas de valor, convencidos de que más allá de ser parte del problema del cambio climático, la agricultura es una parte fundamental de la solución.
Durante el primer foro, «Recarbonización de los suelos agrícolas y descarbonización de los sistemas agroalimentarios», expertos de instituciones públicas y privadas intercambiaron experiencias y exploraron cómo la integración de la ciencia y el conocimiento ancestral de las comunidades rurales pueden regenerar los suelos, reducir las emisiones y construir sistemas de producción de bajas emisiones y alta adaptabilidad frente a los impactos climáticos en diversas regiones agroecológicas de México y América Latina.
Durante su intervención, Bram Govaerts, director general de CIMMYT, señaló: “Mitigar el cambio climático requiere que hagamos ambas cosas: recarbonizar los suelos y descarbonizar. En este caso, el carbono es la medida que tomamos, pero, obviamente, también consideramos las emisiones de fertilizantes nitrogenados. Si los dejamos en el aire, tienen una huella más grande que el carbono, aunque todo se mide en carbono. Además, es necesario transformar el enfoque puramente productivo, que quizás fue el objetivo hace 50 o 60 años, hacia un enfoque de resiliencia. Es decir, pasamos de un enfoque productivo eficiente a uno efectivo y resiliente. La resiliencia significa que podemos adaptarnos cuando enfrentamos fenómenos como El Niño o variaciones en las lluvias, como en 2004 cuando la lluvia tardó en llegar y luego llegó intensa pero brevemente. Esta resiliencia es esencial para el sector agroalimentario”.
Jelle Van Loon, director asociado del Programa de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles de CIMMYT, destacó la importancia de la cooperación entre instituciones para enfrentar los desafíos del cambio climático en la agricultura. “La Agricultura Regenerativa no es solo un concepto, es una necesidad imperativa para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del planeta,” afirmó.
Durante su intervención en el segundo día del Foro de Recarbonización de Suelos Agrícolas y Descarbonización de los Sistemas Agroalimentarios, Van Loon subrayó cómo los hallazgos en investigación y los ensayos a largo plazo demuestran los beneficios de prácticas regenerativas, como los cultivos de cobertura y el uso de abonos orgánicos, para mejorar la salud del suelo y mitigar las emisiones de CO₂. Además, resaltó la relevancia de integrar el conocimiento científico con la experiencia práctica, aprovechar tecnologías de punta y construir alianzas internacionales para impulsar con rapidez la transformación del sector agrícola.
Jesús Alan Elizondo Flores, director general de FIRA, dio a conocer la estrategia de sostenibilidad que esta institución tiene implementada en su día a día, y que se está poniendo en marcha gracias a la red de 88 oficinas locales que se tienen en todo el territorio nacional. Explicó los pilares en los que se sustenta su plan de sostenibilidad: no dañar, hacer el bien e involucrar.
Comentó el enfoque agroecológico en sus planes, en los que resaltan los servicios financieros adaptados, el uso de biofertilizantes, el uso de nuevas tecnologías, la agricultura ambientalmente sostenible, la gestión del agua, la agroforestería, el fomento de asociaciones y redes (modelo de extensionismo de productor a productor), el prestar asesoramiento y facilitar certificaciones para los productores y la vinculación de pequeños productores al mercado de bonos de carbono. Finalmente, resaltó el papel que puede desempeñar el financiamiento en la recarbonización de suelos.
Por su parte, Diego Montenegro, representante del IICA en México, destacó la importancia de las alianzas estratégicas entre los diversos actores de los sistemas agroalimentarios como un pilar clave en la cooperación técnica internacional. Señaló que estas alianzas son esenciales para posicionar a los productores como actores centrales y utilizar el rigor de la ciencia, la tecnología y la innovación para impulsar la agricultura como parte de la solución ante el cambio climático. Montenegro expresó: “Este foro debería conducirnos hacia la construcción de un nuevo paradigma, una nueva manera de hacer agricultura en México y en el mundo. Traigo un mensaje de optimismo: lo que se está haciendo, aunque aún no a una escala masiva, representa el camino hacia prácticas agrícolas responsables que necesitamos expandir y difundir.»
Subrayó que la agricultura de conservación, el manejo ecológico de nutrientes y plagas, y los análisis físicos, químicos y biológicos de suelos, junto con paisajes vivos y agrodiversos, son prácticas que permiten enfrentar el cambio climático y recuperar la salud de los suelos, para avanzar en la seguridad agroalimentaria de manera sostenible. Montenegro enfatizó: “Es a partir de estas alianzas, de este trabajo acumulado y coordinado, que lograremos los resultados que todos esperamos en la construcción de un modelo agrícola más sostenible.” Estas acciones contribuyen también a la paz social y a la reducción de la pobreza, lo que logra un impacto positivo y duradero en el bienestar de las comunidades rurales.
En la segunda conferencia magistral, Rattan Lal, Premio Mundial de Alimentación 2020 y embajador de Buena Voluntad del IICA, enfatizó la importancia de entender las distintas formas de carbono en los suelos y su impacto en el medioambiente. Explicó cómo el carbono liberado por el suelo puede transformarse en diferentes tipos según su proceso y destino, lo que incluye el carbono azul en acuíferos, el carbono negro en procesos de pirólisis y el carbono rojo a través de la respiración.
Lal hizo un llamado a reflexionar sobre el impacto humano en las emisiones globales de carbono: “El cambio de uso de la tierra y la agricultura representa el 34 % de las emisiones de carbono, mientras que la combustión de combustibles fósiles representa el 66 %.” Asimismo, subrayó la urgencia de restaurar los suelos como parte de la solución climática, ya que estos han perdido su contenido orgánico debido a la degradación y el agotamiento de la materia orgánica. “Debemos generar un presupuesto positivo de carbono en los suelos para capturar carbono de manera efectiva”, destacó.
Por otro lado, Lal propuso la creación de “derechos de los suelos” para garantizar su protección y manejo responsable, y sugirió que “los suelos deben ser protegidos, restaurados y bien administrados, al igual que los derechos humanos universales”. También señaló la necesidad de fondos significativos para respaldar la restauración de suelos y hacer sostenible la agricultura, al proponer un presupuesto anual de $100,000 millones de dólares como inversión global en la salud del suelo y la agricultura regenerativa.
En su intervención en uno de los paneles del segundo día del foro, Elisa Muñoz Rodríguez, ingeniera química y productora en Guanajuato, explicó cómo ha implementado prácticas agrícolas sostenibles en sus tierras familiares. “Incorporamos el 100 % de los rastrojos al suelo, evitando su quema y usando bacterias benéficas y fertilizantes orgánicos,” comentó Muñoz Rodríguez. Sin embargo, destacó los retos de convencer a otros agricultores de adoptar prácticas similares, ya que muchos prefieren vender o quemar los rastrojos. “Aunque ven los resultados de nuestra producción, es difícil convencerlos. Pero seguimos insistiendo en la importancia de cuidar la tierra,” afirmó.
Por su parte, María Eugenia Rico González, agricultora del Valle de Santiago, compartió su experiencia en la adopción de la agricultura de conservación. Con 18 años en el campo, ha reducido entre el 20 % y el 25 % de los costos de producción mediante prácticas sostenibles, inclusive el uso de menos maquinaria y labranza de conservación. “Este cambio no solo reduce nuestras emisiones de carbono, sino que también mejora la salud del suelo a largo plazo,” dijo Rico González. Asimismo, reconoció los desafíos culturales y de género, ya que, como mujer en la agricultura, ha enfrentado escepticismo. Sin embargo, sus resultados han inspirado a otros en su comunidad a considerar estas prácticas.
En las reflexiones finales, José Luis Ayala, Coordinador Técnico del IICA México, indicó que uno de los pilares fundamentales para avanzar en este cambio de paradigma hacia una agricultura resiliente y eficiente es, sin duda alguna, la acción colectiva con los productores. “Sí podemos, trabajando colaborativamente a través de una agricultura regenerativa baja en emisiones y vinculada a la bioeconomía, avanzar en la seguridad agroalimentaria, en reducir la pobreza y en la construcción colectiva de un mejor futuro”, concluyó.
El Foro contó con la participación de importantes actores: organismos internacionales como FAO; actores del sector privado como ILBI, Canopia, Boomitra, Banca MIFEL, HSBC México, HEINEKEN México, Kellanova, SYNGENTA, Nestlé, entre otros; del sector público como el gobierno de Chile y EMBRAPA; y de la academia como la UNAM y la Universidad de Oxford. Al abordar la descarbonización y recarbonización como un sistema interconectado se busca que los todos actores comprendan mejor cómo el trabajo colectivo puede generar un impacto positivo y duradero en la lucha contra el cambio climático.
Las alianzas estratégicas entre CIMMYT, IICA y FIRA, junto con todos los actores del sector agrícola, trazan una hoja de ruta para la construcción de la agricultura del futuro desde el presente, una agricultura baja en emisiones, más resiliente, más inclusiva y más competitiva, que produzca alimentos sanos y nutritivos suficientes para la humanidad, y un renovado compromiso colectivo hacia un planeta más equilibrado.
Acerca de CIMMYT
CIMMYT es una organización pública internacional dedicada a mejorar los sistemas agrícolas del Sur Global mediante ciencia aplicada, innovación y colaboración. A través de una red de innovación en América Latina y el Caribe, CIMMYT impulsa prácticas sostenibles y resilientes, trabajando junto a agricultores, gobiernos y sectores productivos para garantizar un futuro seguro y sustentable en el sector agroalimentario. Todo este esfuerzo permitirá asegurar que la ciencia y la innovación contribuyan a un mundo con seguridad alimentaria y nutricional, orientando las metas organizacionales de CIMMYT hacia el fortalecimiento de la resiliencia y sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios.
Acerca de IICA
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) es un organismo internacional comprometido con el desarrollo agrícola y el bienestar rural en las Américas. A través de la promoción de políticas públicas, la cooperación técnica y la capacitación de capacidades en el sector agroalimentario, el IICA impulsa la sostenibilidad, competitividad y resiliencia del sector agrícola en América Latina y el Caribe, apoyando la colaboración entre países y sectores para enfrentar los retos globales y promover la seguridad alimentaria en la región.
Acerca de FIRA
Los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) son una institución del Gobierno Mexicano que promueve el desarrollo agrícola mediante financiamiento, asistencia técnica y formación de capacidades. FIRA facilita la adopción de prácticas sostenibles, respaldando a los agricultores en la transición hacia sistemas de producción modernos y sostenibles, y contribuyendo a la transformación del sector agroalimentario en México hacia un modelo de bajas emisiones y resiliencia climática.